BIENVENIDOS A UN UNIVERSO DE EXTASIS Y PECADOS

Hola queridos lectores,

Este blog ha sido creado para todos los fanaticos de Siete Sirenas, aqui van a encontrar material de mi novela, imagenes de sirenas que he coleccionado de la web durante muchos años y novedades. Siete Sirenas-Vas a querer pecar es la historia de siete inocentes sirenas que han sido escogidas por el demonio para llegar a la tierra. Su mision: inducir a los humanos a pecar victimas de su propia debilidad. Cada sirena representa un pecado capital, Lusta es la lujuria, Envya es la envidia, Serya es la soberbia, Lagu es la gula, Avacia es la avaricia, Ayra es la ira y Lazya la pereza.

Espero que disfruten de esta historia de pecados, lujuria y amor que he escrito para compartir con todos ustedes.

martes, 27 de enero de 2009

Perdida (Poema de Ayra)



Todo este tiempo he corrido sin sentido
intentando encontrar en el olvido
la respuesta del letargo escondido entre mis dedos.
Cómo he podido dejar escapar lo que iluminaba mi andar,
sin embargo nada está decidido,
soy la dueña de mi propio destino

La paz de mi alma se ha escondido
quizás pueda dejar la batalla y
perderme en quien soy.
No he econtrado nada ni nadie que me haya podido explicar
por qué la maldad se ha encaprichado en poseerme
por qué siento el veneno corroerme

Ya no puedo continuar perdida
en el infierno del pecado
solo quisiera encontrar la paz y la calma de mi lado.
Siento el frío del mar acariciar mi piel de sal,
siento el calor del sol besando mis labios
estremeciendo mi piel, mi corazón de hiel.

Cómo he podido dejarme apoderar sin sentido
de lo que me deja con hastío
y si alguien pudiera darme la respuesta, la llave
estoy presa en la cárcel del capricho
por ahora no soy mía, estoy solamente perdida
en mi propia ira.

lunes, 19 de enero de 2009

En el nombre del padre y otros cuentos



Hola amig@s,


Es un placer para mí informarles que Ediciones del Erizo ha sacado a la venta una obra majestuosa En el nombre del padre y otros cuentos. Historias que los llevaran a un mundo oscuro, de amor, de padres e hijos, situaciones entrañables, profundas. Una verdadera obra de arte.

Quienes estén interesados en conseguir el libro deben comunicarse con Cristian al 999886530 o al 251 7266, esto es en Perú. El libro cuesta 25 soles e incluye entrega a domicilio.

Espero que disfruten leyéndolo tanto como yo y de nuevo un agradecimiento especial a todos ustedes que me han visitado y obsequiado comentarios tan hermosos y sobre todo un abrazo GIGANTESCO a mis seguidores, ¡¡¡los adoro a todos!!!

Aqui les dejo el cuento EL CHACHATROSO


Poeta caminaba obsesionado con ese nombre, estaba ahí, presente en cada paso, en cada pestañear, junto a él, Micifuz, lento y algo torpe, observaba intrigado el rostro de Poeta.

Pero frente a ellos, corazón contento, hizo su aparición triunfante, caminar entre nubes, dos pasitos adelante, dos atrás, Fanny Grey, olvidándose de la barriada melancólica, andaba como si flores vendiese, saludando a los vecinos con sonrisa prominente, ignorando las calles sucias y el cielo gris, avanzaba como en caricatura, observando al bombero que, muy atento, miraba la foto de la reina de Inglaterra, pues es así cuando no se está en la manzana H lote 15 de alguna calle perdida en el mapa de algún cono capitalino.

Aparición y mirada de sorpresa, Poeta no dejaba de admirarla. Empezó a seguirla sin vergüenza, estudiaba su figura delgada, sus piernas flacas, las manos pequeñas, el cabello pintado, dientes grandes y ojos redondos y marrones. Fanny Grey se sentía observada, pero no hacía caso, ella estaba en Penny Lane, donde saluda al barbero que buenamente enseña las fotografías de todas las cabezas que ha tenido el gusto de conocer.

Poeta, flaco-ojeroso-cansado-y-sin-ilusiones, no se atrevía a mostrarse. No, así como no lo hizo las anteriores veces, y es que pestañas tristes (así la llamaba él) andaba en nubes, en otro sitio, buscando no se qués en el aire, con requiebros extranjeros, lejanos. Aquel nombre se hizo suyo, sobre todo en las mañanas, cuando Micifuz lo despertaba, con ligeros golpes en la cara.

Su nombre, destacado entre Quispes y Mamanis, se hizo popular, su vestir diferente, las canciones en inglés que escucha en su aparatito de contrabando, el chicle que mastica, hacían presagiar que era, efectivamente, de Penny Lane, como ella alguna vez dijo. Aunque nadie a ciencia cierta sabía donde quedaba tal lugar.

Fanny Grey, profesora de primaria de colegio particular en San Isidro, desafortunada en el amor, observó, de casualidad a un desgarbado joven que iba de tropiezo en tropiezo, e imaginó que el amor no estaba lejano, todo lo contrario, estaba frente a ella. Poeta se restableció en un dos por tres, sonriente. Micifuz seguía confundido pero saludó, con reverencia y todo a la bella señorita, y ella sonrió pestañas tristes, creyendo que por fin encontró al príncipe que la haría feliz.

Desconcertada observaba a Poeta, que primero presentó a Micifuz linda sonrisa. Después para parecer importante, la saludó con finura, indicando que, efectivamente, ya sabía su nombre, Fanny Grey. De origen, por supuesto griego, proveniente de Fannia, y es más, de la realeza de la alta alcurnia inglesa, Estefanía. Es más –continuó Poeta-, como debe ser, su nombre en un primer momento y hasta ahora, indispensable a la hora de tragar saliva, cervecita helada y el apretón de dientes cuando el amor se hace, pues nace sin más ni más de Esternocleidomastoideo y no apriete tanto el cuello, que de malo no tiene nada, y mucho sí de necesario.

Fanny Grey sólo atinaba a sonreír, las cojudeces de Poeta no dejaban espacio para nada más. Caminaron lentamente por alguna calle o lote, qué más da. Micifuz los observaba intrigado, intentando intervenir en la conversación e interponerse en las miradas, pero recordó, algo triste, que no hablaba, no podía hacerlo.

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(PARÉNTESIS)

Ahí va la fachosita, y mira, la descarada cómo mueve el poto, si buscando hombre parece que estuviera. No me diga comadre, si hasta se huele el olor a gata en celo, y pobre ese flaco, que está pal gato, todo jorobadito, podrá a la justas con su alma, debe tener plata, ¿no? No amiga, ese no tiene ni donde caerse muerto, si yo lo he visto por acá deambulando con aquel bultito que detrás de él camina, si hasta limosna parece que pidiera, siempre con ese librito cojudo y hablando solo.

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La primera cita, importante y vital, más aún cuando se quiere impresionar. Poeta escribió lindos versos que esperaba recitar con movimiento de manos, con cara de pesadumbre y un grito ahogado. Fanny Grey se puso bella, compró sus halls y los partió en miles de pedacitos, para que dure, pensó. Se persignó frente a una sagrada imagen y recordó una vez más por qué era devota de la virgen del puño. Salió presurosa aliento a cherry lyptus, contenta y con ese caminar lejano que tanta envidia levantaba.

Se encontraron en un parque cercano, se miraron y sorpresa, Fanny Grey no dejaba de observar entre las piernas de Poeta, algo impresionó su mirar, hipnotizó su tarde y llenó su intriga. Entre las piernas, efectivamente, hubo un movimiento tímido, esperanzado en que pronto vería la luz y así fue. Salió, siempre en silencio, Micifuz, y el saludo respectivo.

A pesar de la nueva presencia, la tarde fue muy buena y tierna, Micifuz dormía en una banca frente a ellos, y Poeta cara de idiota, se animó por fin a dar el primer paso, se acercó y de su bolsillo sacó un papelito, un poema, tres movimientos de manos, el grito ahogado. Fanny Grey no esperó más y se lanzó al primer beso cherry lyptus. Mágico momento, mariposas en el estómago, hambre y algo más. Ella estaba feliz, supo que lo amaba, lo supo por el beso, pues siempre se sabe si uno ama por la intensidad del beso, en especial si uno al besar, mantiene los ojos cerrados, como si la ternura lo dejara a uno ciego. Al caer el sol fueron hacia la habitación donde vivía Poeta.

Micifuz dormía en la cama de al lado, Poeta encendió la radio, buscando su cassette de trova pero Fanny Grey cogió sus manos y las alejó del aparato, buscó una salsa sensual, donde hay sábanas mojadas en viejos moteles, y así, empezó el tímido pero apretujado baile. Los rostros se hacían cómplices de la sensual música, las manos poco a poco se presionaban al igual que los cuerpos.

Conversaron largo rato, horas de horas, Fanny Grey le contó sobre Penny Lane y los cuentos de niñez. Su padre le había confesado que ella nació ahí, en medio de una melodía, y ella lo creyó. En esa noche Poeta entendió el por qué de la melancolía de pestañas tristes, la lejanía del padre, las mañanas frías y en especial los días de lluvia, que tanto la deprimían. La abrazó y besó con ternura extrema, estaba enamorado.

En la segunda cita, cuando ya se tiene uno más confianza, poeta pudo percatarse de un novedoso olor. Nariz prominente, sabueso en cuerpo de poeta flaco, percibió el peculiar olor de Fanny Grey, un olor adormecedor, intrigante, meloso.

No había duda, las feromonas estaban a la orden del día, los hombres lo percibían como el perro al hueso, por eso la demanda, las cartas, los regalos, las tontas promesas, los admiradores secretos. Poeta sorprendido no dejaba de olerla, su olor lo volvía loco, ni el perfume de vainilla distorsionaba aquella perturbadora fragancia, no había forma.

Cuando por fin Poeta dejó las feromonas de lado, se dedicó a amar a Fanny Grey, contó sus mejores historias, recitó los mejores poemas y entregó sus mejores besos, siempre con los ojos cerrados, la tomaba de la cintura y sentía un temblor, besaba cada parte de su rostro y después, lentamente, bajaba hacia el cuello y él, astutamente, abría un ojo y observaba su rostro de placer y complacido volvía a la oscuridad, imaginando bellos momentos cuando de pronto, una jalada de pantalón y fin, se terminó lo mágico del momento. Micifuz hizo su aparición.

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(PARÉNTESIS)

Amiga si la muy muy anda de arrumacos con el flaco ese. Ofrecida, al frente de la casa de uno, si deben buscar un cuarto para sus cochinadas, acá hay niños. Pero comadre, si ya debería irse del barrio, a su pueblo fantasioso, donde supuestamente vive su padre, para mi que ese está en la cárcel. No diga comadre, de seguro está muerto o tiene otra familia, pero eso de que está trabajando por allá no me la trago. Ahí viene comadre. Hola Fannita, que bonita andas, y quien es su amigo, que guapo el joven, cómo se llama. Poeta, ése es su nombre, es raro, pero bueno, buenas tardes.

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Tercera cita, la especial, velas cena romántica, o lo que sea. Poeta se puso sus mejores trajes, para impresionar. Micifuz se quedaba donde la vecina, molesto y en silencio, era mejor así. Se encontraron en una avenida transitada, ella llegó hermosa, sonrisa amplia y pestañas tristes, él, flaco, desgarbado y ojos cansados. Caminaron varias calles conversando de cualquier cosa. Los dos rostros denotaban tensión, había algo oculto en esa tarde, las feromonas, el cherry lyptus y los poemas cortos, todo se confabulaba para el amor, Poeta se animó por primera vez, tomó su mano y la besó, continuó poco a poco a amarla en la calle, en la banca de algún parque, en la entrada de alguna casa. Cogía peligrosamente sus muslos y ella, ella sonreía, esperando más.

La mirada de Poeta y de Fanny Grey se hizo una. Se insinuaban sin decirlo, esperaban que el otro se anime, que lo diga de una buena vez. El muslo perdía su nombre y esta maniobra, peligrosa, generó respuesta: mirada sensual. Poeta decidió continuar con su delicada empresa. Sus manos agarraron firmeza, fuerza y velocidad. Los dedos tomaban partido y también Fanny Grey. Se besaban apasionadamente, rozando zonas prohibidas, emitiendo pequeños gemidos, sensuales por sinceros y atrayendo miradas, de envidia, algunas curiosas y otras de reprobación.

Todo estaba dicho sin haber pronunciado palabra. Quién sabe cómo o por qué, se levantaron, rápidamente caminaron, sin pensarlo ni comentarlo, al hostal más cercano, no importaba el precio, no había que desperdiciar los minutos, las sensaciones, esa calentura que a los dos los tenía en silencio pero en perfecta comunicación.

En aquel cuarto, después de los primeros besos y la vergüenza inicial, decidieron apagar la luz, y tantear los cuerpos, sentir el rozar de la piel e imaginar que así es lo bello de la vida. Poeta la besaba tiernamente, no dejaba centímetro del cuerpo de Fanny Grey sin presencia suya, y ella lo besaba apasionadamente, sintiéndolo a él y sus poemas muy adentro, muy indispensable. Esa noche, eran sólo los dos, nadie más.

Poeta llegó a casa muy temprano, antes que el panadero. Micifuz ya estaba ahí, esperando su llegada. Se miraron y Micifuz sonrió, caminó pingüino hasta donde él, estiró las manos al cielo y fue elevado. Ahí practicó otra sonrisa, una más pícara, y regresó su mirada, indicando hacia la pared, y regresó la mirada a ojos cansados, y así una y otra vez. Poeta sabía bien, lo había visto en otra ocasión y es que así es Micifuz, observa todo con detenimiento y cuando encuentra algo nuevo siempre voltea y busca la mirada de Poeta para compartir su hallazgo. Esa vez era una araña que en la pared descansaba. Poeta sonrió y su mañana fue perfecta. Es feliz.

Poeta se percató, con temor, que la felicidad es pasajera. Todo tiene su final, nada dura para siempre. Pero intentó quitarse esa idea, abrazó a Micifuz y agradeció su presencia diaria, eterna.

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Lluvia cruel. Panza de burro no orines. Tarde gris, Fanny con carta en mano, llorando de felicidad, leyendo desde muy lejos en voz alta las palabras mágicas que escritas ahí están, miradas de incredulidad, voces susurrantes, y por fin, la noticia. Papá escribió, me cuenta de Penny Lane, las calles, el barbero, los bomberos, la reina, todo. Dos pasajes, ¿puedes creerlo? Dos. No uno ni tres, son dos. Tú y yo, en Penny Lane, existe, y es lindo. No hay lluvia ni cielo gris, no hay melancolía.

Poeta pensaba, se entusiasmaba, y sonreía, Micifuz irá en mis piernas, dos pasajes, viaje a Penny Lane. Hacían las maletas, sonreían para la barriada, saludaban a los pobres diablos que se quedaban, Poeta y Fanny Grey se iban a la tierra prometida, donde sólo hay amor. La vida se hacía linda, flores aquí y allá, sol de verano en junio, mariposas revoloteaban entre ellos, las personas sonreían y saludaban, la calle se hizo amarilla y el cielo celeste. Poeta aceptó gustoso aquella invitación y se fue a prepara su maleta.

Fanny Grey, en la soledad de su cuarto observó por su ventana las gotas de lluvia que resbalaban por el vidrio sucio, muchas gotas, demasiadas y la depresión se hacía presente. Intuyó que lo malo ya vendría, era cuestión de tiempo, sólo había que esperar. Terminó de hacer su maleta.

Poeta escuchaba las gotas de lluvia caer en la calamina del techo. Dios está llorando pensó. Las maletas estaban casi hechas, Micifuz lo miraba intrigado como siempre, guardando silencio hasta que dijo no. Poeta se sorprendió, repitió el no y lo miró esperando alguna respuesta. Micifuz se aferró a su pierna y decía no una y otra vez. Poeta levantó su rostro y observó que Micifuz no mentía, deseaba increíblemente quedarse. Intentó convencerlo, pero no había forma, Micifuz estaba decidido, no podía dejar aquellas sucias calles, el recuerdo de su madre ni la fritanguita que tanto le gustaba. Elevó sus manos al cielo pero no obtuvo respuesta, su dios no estaba para él en ese momento, lo que lo sumió en la más profunda de las tristezas.

Sus ojos se hacían pocitos de agua, un rojo preocupante se apoderaba de sus párpados y el grito de dolor, siempre con los brazos extendidos, esperando el milagro.

Poeta lo miraba, serio, intentando ser duro, incompasivo. Lo hizo, durante unos segundos, pero algo se empezó a resquebrajar dentro de su pecho, veía su imagen en Micifuz, cuando alguna vez estiró los brazos y dios no le tendió la mano, y renegar siempre de él, ahora, cuando las paces hiciste, esto, haces lo mismo Poeta, tonto, pero míralo, si eres tú cuando niño, esperando alguna caricia, que te lean un cuento, te den un beso. Su conciencia no dejaba de hablarle, regañarle. Y por fin, Micifuz sintió los brazos de poeta elevarlo al cielo, un beso, una promesa y el abrazo respectivo.

Poeta se dirigió al parque del encuentro.

Completamente mojado, poeta observó a pestañas tristes muy deprimida, pensativa, intuyendo quizá lo que sucedería. Cada gota de lluvia caída –en una tarde gris- se ha llevado un poco de tu amor, pensó poeta con fondo sensual. Y continuó, debajo del aguacero las lágrimas no se notan y mi corazón se muere lentamente gota a gota, y hasta las trompetas se escuchaban en esa tarde gris, donde panza de burro empezó a orinar.

Fanny Grey lo entendió, o eso intentó. No podía hacer nada, la decisión estaba tomada, quedaba por delante un beso, la promesa de amarse por siempre y de verse algún día, sin lluvia ni tardes opacas. Se alejó no sin antes besarlo, con ojos cerrados y apretados, pues así se besa. Micifuz se despidió con ternura pero sin decir nada. Es una lluvia que me causa penas y dolores, pensó ella.

Ahí quedaban Poeta y Micifuz, observándola irse con sus maletas y perderse entre la lluvia. Ellos empapados volvieron a lo mismo de toda su vida, a sonreír, jugar y estar juntos siempre.

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(PARÉNTESIS)

Y se fue la Fanny Grey, ¿fiesta? Sí, le mandaron su pasaje, su papá sí estaba ahí, la muy, por fin se fue a su tierra prometida, ahí se casará con algún gringo, ¿no cree? Es posible comadre, vendrá con plata entonces, por eso me despedí bien de ella, no vaya a ser que se venga y guarde rencores ¿no? Y el flaco anda deambulando con cara de idiota, siempre con esa criaturita que camina como pingüino, si son dos gotas de lluvia, con cara de cansados.

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Una carta de Penny Lane, exclamó Poeta. Rompió el sobre y un olor que fue suyo inundó la pequeña sala. Fanny Grey escribía que todo iba bien, que la ciudad es hermosa y que se casaría pronto, con un gringo de por allá. Que su padre estaba enfermo y que iba al hospital todo los días. Escribió sobre la gente, las calles, los animales. En Penny Lane observo, justo en este momento, que el barbero afeita a muchos clientes, está el banquero que espera sentado su turno para que le corten el cabello y el bombero entra corriendo por la lluvia torrencial, pero aquí la lluvia es linda, no es triste, eso es muy raro. ¿Y tú? Espero que estés bien, escríbeme, estaré esperando. Saludos a Micifuz.

martes, 6 de enero de 2009

RENACER (relato)






Hola amig@s,

Aquí les traigo un obsequio para todos ustedes, es un cuento de sirenas que escribí a los 16 años, antes de mi novela. Espero que sea de su agrado.

RENACER

Sol cubrió sus desnudos hombros con su chal. Sus tiernas y desoladas lágrimas acariciaban su rostro con brutalidad, ya era hora, sabía que no podía esperar más. Armándose de valor se adentró en las tinieblas de la noche y corrió hacia la playa, corrió como jamás lo había hecho.
Un relámpago iluminó el oscuro cielo por unos breves segundos, suficientes para dejar caer su furiosa luz sobre el rostro acongojado de Sol. La joven observó la eterna inmensidad que se alzaba orgullosa sobre su cabeza y gritando con la voz ahogada se preguntaba por qué a él.
Ahí estaba. Finalmente había llegado al lugar tan temido y esperado, anhelado y repudiado. El mar se encontraba ante ella con toda su belleza y su peligro. Parecía llamarla, burlándose por haber vencido. El maldito le había arrebatado lo que ella en el mundo más había amado y no podía perdonarlo.
El frío castigaba su cuerpo, arrancándole varios escalofríos. Pero esa frialdad poco importaba ante el sentimiento de vacío que envenenaba su desdichado corazón. Tomó una pequeña piedra que yacía enterrada en la arena y la lanzó con toda su fuerza hacia el perverso mar, la piedra fue devorada con ansiedad por la oscura masa de agua, hambrienta siempre. Parecía que nunca nada era suficiente, el mar buscaba destruir todo aquello que en la tierra se encontraba y Sol por eso lo despreciaba.
El dolor de su alma ya era insoportable, era un peso tan enorme que su corazón apenas tenía fuerza para latir. La lluvia continuaba cayendo sin descanso, humedeciendo su cuerpo, su cabello negro, sus manos, su llanto. Cayó de rodillas sobre la arena y gritó con toda la tristeza del amor palpitando en su espíritu. Gritó el nombre de su amante, su pasión, su soledad. Y a pesar de todo lo que odiaba al ladrón, quería entregarse a él para destruir hasta el último suspiro de vida, si lo que cada día soportaba podía llamarse así.
Su angustia era tan desgarradora que hasta el mar se conmovió y decidió quitarse su falsa máscara de maldad para demostrarle a Sol la compasión que en verdad habitaba en él.
En medio de su desesperación y la tormenta, un pequeño remolino de agua hizo su aparición. Tres hermosas sirenas surgieron de él y comenzaron a entonar la canción más encantadora que Sol había escuchado. Intrigada y temerosa por la misteriosa aparición, decidió acercarse un poco más a las criaturas.
-¿Qué están haciendo aquí?- preguntó Sol, con la voz temblorosa.
-Tu amor es tan poderoso que hemos sentido tu tristeza desde lo más profundo de nuestro hogar- contestó la sirena de cabellos azules.
- Nuestro padre nos ha enviado para ahogar esa soledad- dijo la sirena de cabellos verdes.
- ¡Ustedes no pueden hacer nada! El despiadado mar ha asesinado a quien más amaba, lo llevó a su reino, probablemente para hacerlo parte de su colección de pobres desgraciados que han sucumbido ante su gran poder- vociferó Sol, con las pocas fuerzas que le quedaban.
- Quien amabas está bien, nuestro padre lo ha rescatado de su nefasto destino- dijo enérgicamente la sirena de cabellos violetas.
- ¿Por qué habría de creerles a ustedes, hechiceras hermosas, discípulas del asesino? Si siempre con su canto ciegan a los hombres conduciéndolos a una muerte segura.
- Estás equivocada, nosotras no hacemos eso, Sol.
Sol se alejó de la orilla aterrorizada.
-¿Cómo es que saben mi nombre?
Antes de que las sirenas respondieran, un nuevo remolino nació del mar y él hizo su aparición.
- Lo saben por mí, amor- dijo Eduardo con una sonrisa tan encantadora que hacía brillar sus labios.
Sol no podía darle crédito a sus ojos, estaba lista para sumergirse en el mar sin pensarlo un segundo e ir con su amante, pero pronto las dudas se apoderaron de ella y se retiró de la orilla aún más.
- ¿En verdad eres tú, cariño, o simplemente una visión que estos monstruos sin compasión han creado para engañarme como lo hacen con los marineros?
- Alma mía, sabes que soy yo. Aquel día cuando nadaba por el plácido mar, fui demasiado lejos y mi débil cuerpo de humano sucumbió, hundiéndose en estas increíbles profundidades. De pronto, estos hermosos seres estaban a mi alrededor y me explicaron que el mar me amaba demasiado como para destruirme. Sabía que mi amor hacia él era sincero y por siempre haberle demostrado mi respeto en vida, decidió hacerme parte de él, convirtiéndome en su hijo. Esta noche de tormenta, su corazón se ha conmovido ante tu sufrimiento y ha decidido entregarte la oportunidad que a mí me ha concedido.
- ¿Quieres decir que...?
- Que puedes convertirte en una sirena y nadar conmigo por toda la eternidad si así lo deseas.
Sol no sabía si creer todo aquello, pero la mirada de Eduardo era tan sincera como siempre y si él se había convertido en un tritón por decisión del destino, ¿por qué ella no seguía la misma suerte? Sol siempre lo había amado y lo único que en verdad importaba era que estuvieran juntos, si convertirse en otro ser la ayudaba a cumplir su deseo, nada malo en ello había. Y si todo era una mentira, ¿qué importaba? Si de todas maneras esa noche tenía como meta quitarse lo poco de vida que le restaba.
- De acuerdo amor, has lo que debas, lo único que me interesa es estar a tu lado, porque desde que te has ido mi vida se ha tornado en un infierno sin sentido y en llanto me he sepultado. Siento que mi espíritu yace muerto en este cuerpo que te pertenece.
Eduardo le tendió su mano y ella se adentró en el mar. Besó a su amado con toda la pasión contenida hacía tanto tiempo y se entregó a él con ilusión. Permitió que él y las sirenas hundieran suavemente su rostro en el agua glacial. Pequeñas burbujas escaparon de su boca y su nariz, era el aire que se alejaba de ella, ese aire que contaminaba con atormentada vitalidad su ser. Cerró sus ojos, invitando a la muerte a poseerla, no luchó, el agua en su cuerpo se adentró, la ahogó. Pero antes de que su alma se escapara presta, su antigua silueta se transformó por completo y en lugar de piernas, una cola dorada tomaba su lugar. Sol abrió los ojos con fuerza y emergió del agua, llenando sus pulmones del aire que ahora ya no necesitaba.
- Estás tan hermosa, ahora serás mía y nunca te apartarás de mi lado.
- Te amo, Eduardo- dijo entre lágrimas de emoción.
Contempló a las sirenas y entre su enorme alegría, les agradeció efusivamente.
- No es a nosotras a quien le debes tus gracias, sino a nuestro padre, quien ahora es el tuyo.
- Es el renacer para ti, espero que en esta nueva vida seas más feliz de lo que en antaño fuiste- dijo la sirena de cabellos violetas, sonriéndole afectuosamente a su nueva hermana.
- Gracias mar, gracias sirenas, gracias mi amor por esperarme.
Eduardo y Sol enlazaron sus manos y se sumergieron en el amoroso mar que ahora los acogía. Nadaron con toda la fuerza del amor impulsando sus espíritus y sintieron paz. El sufrimiento había muerto, el destino había sido reescrito y ahora podían disfrutar del maravilloso regalo que el mar en su piedad les otorgó.

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